En días como hoy
desearía ser hojarasca
bajo la hojarasca,
amalgamarme con el barro,
derretirme,
desintegrarme,
sumergirme,
fundirme,
deshacerme,
mientras viajo
hacia lo más ígneo
del centro
de la tierra.
Playa Grande fue -alguna vez-un pueblo al que la Mar de Ansenuza, en sus avances, se llevó. Lo último en desaparecer bajo sus embates fue la capilla en honor a Nuestra Señora de la Merced. Varias familias perdimos durante la última crecida de la laguna -en el 2001 y 2003- nuestras humildes casas de descanso. Sin embargo, hemos levantado otras porque amamos este lugar de paz.
jueves, 31 de mayo de 2007
MÁS FOTOS
Los rayos del sol acarician tibiamente todas las mañanas y la brisa del lugar perfuma los días con historias de "la mar"
Esta es mi casa en Playa Grande. Su nombre, "Yapezuma", abriga un secreto de amistad y años compartidos.
Ancestral, cantarina, irreverente.
Visceral, danzarina, envolvente.
Tan bella, tan mágica, tan nuestra…
La mar, la mar, la mar…
LLUVIA
Llovía.
Un caño de metal
desagotaba el techo.
Debajo, un fuentón
y mi cuerpecito
esperando que mi madre
-champú en mano-
lavara mis cabellos.
Bendición celestial
la lluvia.
Lluvia de amor
sus manos.
Un caño de metal
desagotaba el techo.
Debajo, un fuentón
y mi cuerpecito
esperando que mi madre
-champú en mano-
lavara mis cabellos.
Bendición celestial
la lluvia.
Lluvia de amor
sus manos.
viernes, 11 de mayo de 2007
ODA A LA MAR DE ANSENUZA
Ondulada, serena, embravecida,
venerada, plena, estremecida.
Misteriosa, avasallante, insondable.
Sigilosa, desafiante, inolvidable.
Ancestral, cantarina, irreverente.
Visceral, danzarina, envolvente.
Tan bella, tan mágica, tan nuestra…
La mar, la mar, la mar…
venerada, plena, estremecida.
Misteriosa, avasallante, insondable.
Sigilosa, desafiante, inolvidable.
Ancestral, cantarina, irreverente.
Visceral, danzarina, envolvente.
Tan bella, tan mágica, tan nuestra…
La mar, la mar, la mar…
NUESTROS VISITANTES
RAZONES
Es posible que uno escriba
porque entre la claridad extraordinaria
y las tinieblas
se aloja la dignidad de la amargura
junto a las pequeñas alegrías.
O quizá porque entre el olvido
y la memoria
se instalan las zozobras,
las duras penas,
destellos y obsesiones.
O tal vez porque entre el cielo
y el mar
transcurre el vuelo
y entre alba y ocaso
fluye el día.
Sospecho que uno escribe
porque entre el nacer y el morir
se despliega la incansable
delicia de la vida
renovadora de colores.
Y uno trata
-sólo trata-
de entender sus modales
porque a veces
ella te hace sentir feliz
como pie desnudo bajo una cascada
o condenado
como vagabundo que agoniza
en una zanja.
porque entre la claridad extraordinaria
y las tinieblas
se aloja la dignidad de la amargura
junto a las pequeñas alegrías.
O quizá porque entre el olvido
y la memoria
se instalan las zozobras,
las duras penas,
destellos y obsesiones.
O tal vez porque entre el cielo
y el mar
transcurre el vuelo
y entre alba y ocaso
fluye el día.
Sospecho que uno escribe
porque entre el nacer y el morir
se despliega la incansable
delicia de la vida
renovadora de colores.
Y uno trata
-sólo trata-
de entender sus modales
porque a veces
ella te hace sentir feliz
como pie desnudo bajo una cascada
o condenado
como vagabundo que agoniza
en una zanja.
miércoles, 2 de mayo de 2007
BREVE HISTORIA DE PLAYA GRANDE
Entre los años 1918-1920 la costa de la Laguna de Ansenuza llamada Playa Grande sólo contaba con un quincho para despacho de bebidas que pertenecía a los Sres. Carlos Pogliotti, Luis Latanci, Antonio Lamberti, Antonio Gallo y otros. Estas personas explotaban dicho comercio en las épocas de verano como actividad paralela a su tarea principal para ampliar sus ingresos.
En los años 1933-1934 se afianza la actividad turística y, conjuntamente con la instalación de criaderos de nutrias, se incrementa el comercio en el lugar con los negocios de los Sres. Pedro y Miguel Ribolzi, Aldo y Segundo Fillipi, Bautista
Depetris (vinería), la hostería "Patoruzú" de Sebastián Llavod, el hotel "Monasterolo de Martín Monasterolo, el hotel "Recreo Bella Vista" de Jaureguialzo y Cardiol, el hospedaje de los Sres. Castagna y Copello, la panadería de Mateo Novero, la pensión de Juan Pérez y otros.
En los mismos años se crea el Destacamento de Policía que dependía de la localidad de Marull. A cargo del mismo queda el Sr. Mariano Ludueña.
La mayor afluencia turística dura hasta los años 38-39. Los corsos de Carnaval tuvieron en esa época su máximo fulgor. Sobrevino una decadencia justificada cuando la localidad de Miramar se reafirma como indiscutible centro turístico de la zona. Entre los años 44-45, la laguna sufre uno de los períodos de baja de sus aguas. Esto, sumado a factores económicos adversos, hace que se registre una etapa de abandono.
Sin embargo, las actividades vuelven a surgir en los años 55-56. "Playa" vuelve a ser el lugar favorito de concurrencia en los fines de semana. Pero es recién en los 60, y durante la intendencia del Sr. Guido Viotti, que este balneario se convierte en un verdadero polo de atracción turística. Se construye una hermosa pileta de natación, con trampolines y espacio para los más pequeños, vestuarios y sanitarios adecuados, y una confitería para expendio de bebidas y comidas así como para fiestas bailables. Se dictan clases de natación y se reforesta el lugar.
En los años 77-78 el nuevo ciclo de avance de las aguas de la mar Chiquita inunda y destruye en su casi totalidad las instalaciones del balneario Playa Grande.
En los años 1933-1934 se afianza la actividad turística y, conjuntamente con la instalación de criaderos de nutrias, se incrementa el comercio en el lugar con los negocios de los Sres. Pedro y Miguel Ribolzi, Aldo y Segundo Fillipi, Bautista
Depetris (vinería), la hostería "Patoruzú" de Sebastián Llavod, el hotel "Monasterolo de Martín Monasterolo, el hotel "Recreo Bella Vista" de Jaureguialzo y Cardiol, el hospedaje de los Sres. Castagna y Copello, la panadería de Mateo Novero, la pensión de Juan Pérez y otros.
En los mismos años se crea el Destacamento de Policía que dependía de la localidad de Marull. A cargo del mismo queda el Sr. Mariano Ludueña.
La mayor afluencia turística dura hasta los años 38-39. Los corsos de Carnaval tuvieron en esa época su máximo fulgor. Sobrevino una decadencia justificada cuando la localidad de Miramar se reafirma como indiscutible centro turístico de la zona. Entre los años 44-45, la laguna sufre uno de los períodos de baja de sus aguas. Esto, sumado a factores económicos adversos, hace que se registre una etapa de abandono.
Sin embargo, las actividades vuelven a surgir en los años 55-56. "Playa" vuelve a ser el lugar favorito de concurrencia en los fines de semana. Pero es recién en los 60, y durante la intendencia del Sr. Guido Viotti, que este balneario se convierte en un verdadero polo de atracción turística. Se construye una hermosa pileta de natación, con trampolines y espacio para los más pequeños, vestuarios y sanitarios adecuados, y una confitería para expendio de bebidas y comidas así como para fiestas bailables. Se dictan clases de natación y se reforesta el lugar.
En los años 77-78 el nuevo ciclo de avance de las aguas de la mar Chiquita inunda y destruye en su casi totalidad las instalaciones del balneario Playa Grande.
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